Quimiogramas
que suprimen el ojo de la cámara para liberar la imaginación que explora nuevas
posibilidades de visión en territorios imaginarios y estéticos alternativos.
Solo la luz, la química y el papel fotográfico son los medios y el límite.
Lienzo policromado que muestra diferentes reflejos del jardín
universo. Retablo gótico impresionista del parpadeo de esas casas habitadas, de
aquellas fabricas menesterosas, de esos invernaderos de aventuras.
Siempre reflejos que corretean tanto fuera como dentro, a
ambos lado de la frontera. Sombras móviles en silicio enladrillado como
recuerdos de los días que se acumulan, púlpito de toda una vida.
Los instantes impregnan la telaraña de vidrio como una radiografía
espectral, mapa térmico como confín entre lo real, el interior de nuestras
vidas, y lo fatuo, el exterior que se desvanece en el horizonte como una
despedida.
Vidrieras que capturan lo que nos rodea, impúdicas inventan y licenciosas tejen, manipula, transforma, de construyen, seducen e incitan a nuestra mirada presta, a abrir la imaginación al fotograma, como un viaje al interior.
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