Se esponja la tierra al cerrar los parpados,
sin olas cuando duermes, noche y día se mezclan,
mientras las flores pierden su reflejo
y la vida chorrea por las piedras.
Eres la voz del recuerdo sacrificada,
eres la tierra echando raíces,
nuestra soledad infinita pétrea
durmiendo
en cúmulos perezosos de amor.
Piedra sin movimiento a la vista
guardiana del hombre con su realidad,
bajo el cielo confundido con el viento,
el limbo pétreo con su verdad.
Los olvidados esperan en un rincón,
el carruaje de verdor de la primavera,
la espuma de las tormentas del verano,
la gloria de un otoño con retardo,
el brillo gris sin
calor del invierno,
la ultima lucha por no morir.
Todo es ceniza que sube al cielo,
los huesos quedan en la tierra,
sin eco la pena desnuda se viste de su nada,
la soledad es más viva que el alma.
Ellos no piden nada, van hacia la luz
sin
amor como una sombra desnuda.
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